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jueves, 15 de junio de 2017

Mariquitas

 Come el bocadillo de chocolate frente a la ventana mientras las gotas de lluvia forman hilos zigzagueantes en el cristal. Hoy, en clase, el profesor les ha hablado de esos insectos rojos con motas negras que se llaman mariquitas. Cuando ha preguntado si alguien ha visto alguna, Elisa alza el brazo y estira la mano, que ella ya sabe cómo son, que su jardín está repleto de mariquitas.
  Cuando sus padres, como todos los días, comienzan a discutir, abre la puerta que da al jardín y comienza a buscar mariquitas, sin miedo a la lluvia. La música, que está puesta  muy alta, disimula gritos y golpes. Elisa, que quisiera ser diminuta y desaparecer entre el césped,  arranca las flores y atrapa las mariquitas. Las mete en una caja con cuidado de que no escapen. Cuando ha reunido suficientes, tantas que el fondo de la caja se ve todo rojo, entra en la casa. Corre hasta su cuarto y se esconde bajo la cama. Abre la caja; Los bichitos arremolinados con sus alas duras y de un rojo brillante, comienzan a languidecer al compás del  cris-cras  de las uñas resentidas de Elisa.

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