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lunes, 25 de noviembre de 2013

Mis favoritos /32


Acabo de terminar Intemperie, primera novela de Jesús Carrasco. No me extraña que haya sido seleccionada la mejor novela del 2013, por los libreros de Madrid. Intemperie no parece la primera novela de un escritor. Jesús se ha tomado su tiempo. Intemperie nos devuelve a los orígenes, al miedo ancestral, a los viajes iniciáticos. No he podido dejar de establecer relación con "Las ratas" de Delibes.  Su cuidado lenguaje nos hará echarle un vistazo al diccionario. Jesus nos devuelve a la crudeza de lo real como un disparo en mitad del páramo. De ahí la novedad. La novela mantiene la curiosidad hasta el final.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Post it


“Recuerda a tu padre que baje la tapa” iba seguido de un “pregúntale a tu madre donde ha escondido mis pantalones verdes”. Cuando salía del cuarto, los recados cubrían la puerta de mi habitación y seguían por el pasillo formando una estela amarilla de papelitos de débil adherencia. Me los encontraba en el salón sentados el uno a espaldas del otro, gritándome al unísono que bajara a comprar más papeles. A veces se miraban sorprendidos al escuchar sus voces, parecía que fueran a hablarse. Pura ilusión . Mamá nunca llegó a ver una tapa levantada y papá se afanaba inútilmente en buscar aquellos viejos pantalones verdes.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Expiación

Papá ¿tú no tienes frío? Debe ser la  humedad, que me empapa el jersey. Esta noche la he pasado tiritando. Por eso coloqué el cartón contra la ventana y dormí con los calcetines. Pero me rondaban los ratones y temía algún mordisco. Habría que encender un fuego ¿no, papá? Tienes la cara pálida. Encontré unos leños secos en la escombrera de atrás que aguantarán todo el día.  Mira que amanece y no podrán distinguir ni la luz ni el humo. Ahí afuera está todo cubierto de una niebla espesa. Y ellos también descansan ¿no, papa? Y hay que curar esa herida. La casa tiene agua, papá. Hay un pozo a rebosar. Te lavaré esos trapos empapados, los secaremos al fuego y me contarás historias mientras calentamos las manos junto a las llamas. Esos visillos tan negros los  volvería yo blancos, papá. Podríamos vivir aquí ¿verdad? Dejaríamos pasar el tiempo,  nos olvidarían, encenderíamos fuego todo el invierno y sembraríamos el huerto en primavera.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Mis favoritos/31

                                                                  imagen tomada de la red
    Tuve la suerte de ver a Richard Sennett en Oviedo con motivo de que su mujer, Saskia Sassen, recibía el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Ella estaba firmando ejemplares en la Librería Cervantes y él en este caso, ejercía de acompañante. Puse un poco la oreja para desempolvar mi listening y me pareció una persona cultivada, paciente pero sobre todo, muy alegre. Aproveché para ojear alguno de sus libros y me topé con este titulo que me llamó la atención.
A fin de desarrollar su argumento, Sennett, establece comparaciones entre la manera de trabajar de un padre y su hijo. Para el autor, los nuevos modos de producción, con la amenaza permanente del paro, más que requisitos para adaptarse a las nuevas leyes del mercado, son instrumentos para establecer nuevas estrategias que limiten derechos laborales y sociales. Su lectura no es fácil, pero sí muy interesante.
 Richard Sennett cuestiona términos tan modernos como flexibilidad, trabajo en equipo o rutina. Seguido por muchos  "coach" , Su visión del capitalismo moderno se resume así: 

"Un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí, no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad."

Y esta es su concepción del trabajo en equipo como vehículo perverso para eludir responsabilidades: 
 
" El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad degradante, aquí el acto de comunicación es más importante que lo que se comunica. Los grupos tienden a seguir unidos manteniéndose en la superficie de las cosas, omitiendo las cuestiones personales, todos quieren ser ajenos a los problemas y la autoridad desaparece"

martes, 12 de noviembre de 2013

Luz de gas



Nunca le recordaba su desgracia,  salvo en  aniversarios. Entonces, para esquivar la culpa, cortaba unas flores y preparaba un ramo. Despertaba a  Irene, le retiraba la copa de la mano y salían a pasear. Aquella tarde que mudó fría, la arropó con un abrigo camel. Le gustaba abrazarla. Sentir el tacto del cachemire. Conforme se acercaban, la apretaba contra sí, le acariciaba el pelo con dulzura o le recogía  un mechón.  Irene, ausente entre vapores, depositaba el ramo sobre el mármol. Y cuando se incorporaba, la estrechaba fuerte, susurrándole entre dientes.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cuento contemporáneo

 Mientras el Gran Príncipe dictaba las nuevas medidas a tomar, los mendigos del barrio de Cindinero se quejaban amargamente. Sin embargo, arriba, en el palacete del Edén de Aquísihay,  brindaban felices. Esta vez tampoco les tocaba a ellos y nadie miraba.

Una noche los ciudadanos de Cindinero, atraídos por los fastos y las luces brillantes, osaron acercarse a los dominios de Aquísihay. Entonces, los señores se sintieron molestos y vigilados; al fin y al cabo, ellos siempre habían procurado ser amables. Y no hacían daño a nadie. Por el pensamiento de uno de ellos se iban extendiendo unas  palabras mágicas:
-Caída de los mercados, crisis, paro, arrimar el hombro.
Y viendo que la retórica les era simpática, entonaron todos una carcajada única y resonante, que hizo retroceder a los intrusos.

Los príncipes de Aquisihay bajan el mentón y menean la cabeza mientras los ciudadanos de Cindinero, que han osado acercarse a los contornos de sus dominios,  gritan y ponen fecha a sus protestas. Uno de esos príncipes,  se siente incómodo, ellos siempre han procurado ser amables. Por su pensamiento se va extendiendo una palabra mágica:
-¡Flexibilizar!,-exclama eufórico y continúa -  Sería bueno que los ciudadanos tuviesen mejores y más amplios servicios por eso es necesario flexibilizar el mercado y los horarios la crisis... para satisfacer sus necesidades de..
 Y como ven que la retórica es simpática,  entonan todos una carcajada única y resonante.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Imprevistos


  Mi frustada intentona para el Getafe Negro.

Demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost. A veces surgen imprevistos. Y cancelamos. Mi asiento está ocupado por un novato en puentes aéreos. Sonríe como un cretino. Yo también sonrío, sin afectación. Le enseño mi billete. El tipo se pone colorado,  se disculpa y se coloca en el asiento de en medio. Inicia un amago de conversación que corto ladeando la cabeza. Está nervioso: silba y tamborilea contra el apoyabrazos. El tamborileo. Al trote y al galope. Me taladra el tímpano. Le miro de reojo; le acompaña una barriga vestida de negro con las letras “take it easy” en dorado chillón. La azafata nos dedica una sonrisa  profesional y comienza su coreografía. El paleto pone mucha atención. Abandona el silbido, ahora se concentra en el tocotoc. Aprieto el puño dentro de la americana. Tocotoc. La voz del piloto saluda a la tripulación. Tocotoc. Aflojo la corbata y acaricio el bolígrafo. Tocotoc. Me pregunto si tendrá familia.