Mientras el Gran Príncipe dictaba las nuevas medidas a tomar, los mendigos del barrio de Cindinero se quejaban amargamente. Sin embargo, arriba, en el palacete del Edén de Aquísihay, brindaban felices. Esta vez tampoco les tocaba a ellos y nadie miraba.
Una noche los ciudadanos de Cindinero, atraídos por los fastos y las luces brillantes, osaron acercarse a los dominios de Aquísihay. Entonces, los señores se sintieron molestos y vigilados; al fin y al cabo, ellos siempre habían procurado ser amables. Y no hacían daño a nadie. Por el pensamiento de uno de ellos se iban extendiendo unas palabras mágicas:
-Caída de los mercados, crisis, paro, arrimar el hombro.
Y viendo que la retórica les era simpática, entonaron todos una carcajada única y resonante, que hizo retroceder a los intrusos.
Los príncipes de Aquisihay bajan el mentón y menean la cabeza mientras los ciudadanos de Cindinero, que han osado acercarse a los contornos de sus dominios, gritan y ponen fecha a sus protestas. Uno de esos príncipes, se siente incómodo, ellos siempre han procurado ser amables. Por su pensamiento se va extendiendo una palabra mágica:
-¡Flexibilizar!,-exclama eufórico y continúa - Sería bueno que los ciudadanos tuviesen mejores y más amplios servicios por eso es necesario flexibilizar el mercado y los horarios la crisis... para satisfacer sus necesidades de..
Y como ven que la retórica es simpática, entonan todos una carcajada única y resonante.
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